FRASES CONFUCIO.

Exígete mucho a ti mismo y espera poco de los demás. Así te ahorrarás disgustos.

Saber que se sabe lo que se sabe y que no se sabe lo que no se sabe; he aquí el verdadero saber.


Debes tener siempre fría la cabeza, caliente el corazón y larga la mano.

Cada cosa tiene su belleza, pero no todos pueden verla.


Una casa será fuerte e indestructible cuando esté sostenida por estas cuatro columnas: padre valiente, madre prudente, hijo obediente, hermano complaciente.


Los vicios vienen como pasajeros, nos visitan como huéspedes y se quedan como amos.


Si ya sabes lo que tienes que hacer y no lo haces entonces estás peor que antes.


Es más fácil apoderarse del comandante en jefe de un ejército que despojar a un miserable de su libertad.


¿Me preguntas por qué compro arroz y flores? Compro arroz para vivir y flores para tener algo por lo que vivir.


Donde hay educación no hay distinción de clases.


Se puede quitar a un general su ejército, pero no a un hombre su voluntad.


El silencio es el único amigo que jamás traiciona.


Estudia el pasado si quieres pronosticar el futuro.


Un hombre sin virtud no puede morar mucho tiempo en la adversidad, ni tampoco en la felicidad; pero el hombre virtuoso descansa en la virtud, y el hombre sabio la ambiciona.


Si no estamos en paz con nosotros mismos, no podemos guiar a otros en la búsqueda de la paz.


Es posible conseguir algo luego de tres horas de pelea, pero es seguro que se podrá conseguir con apenas tres palabras impregnadas de afecto.


Sin no conoces todavía la vida, ¿cómo puede ser posible conocer la muerte?


El hombre que ha cometido un error y no lo corrige comete otro error mayor.


El más elevado tipo de hombre es el que obra antes de hablar, y practica lo que profesa.


La ignorancia es la noche de la mente: pero una noche sin luna y sin estrellas.


Algún dinero evita preocupaciones; mucho, las atrae.


Un hombre de virtuosas palabras no es siempre un hombre virtuoso.


Quien volviendo a hacer el camino viejo aprende el nuevo, puede considerarse un maestro.


Cuando veáis a un hombre sabio, pensad en igualar sus virtudes. Cuando veáis un hombre desprovisto de virtud, examinaos vosotros mismos.

El sabio sabe que ignora.


El tipo más noble de hombre tiene una mente amplia y sin prejuicios. El hombre inferior es prejuiciado y carece de una mente amplia.


La naturaleza hace que los hombres nos parezcamos unos a otros y nos juntemos; la educación hace que seamos diferentes y que nos alejemos.


¿Uno que no sepa gobernarse a sí mismo, cómo sabrá gobernar a los demás?.


Los defectos de un hombre se adecuan siempre a su tipo de mente. Observa sus defectos y conocerás sus virtudes.


Lo que no quieras que los otros te hagan a ti, no lo hagas a los otros.



Aprende a vivir y sabrás morir bien.


No pretendas apagar con fuego un incendio, ni remediar con agua una inundación.


Sólo los sabios más excelentes, y los necios más acabados, son incomprensibles.


Los hombres se distinguen menos por sus cualidades naturales que por la cultura que ellos mismos se proporcionan. Los únicos que no cambian son los sabios de primer orden y los completamente idiotas.


Una voz fuerte no puede competir con una voz clara, aunque esta sea un simple murmullo.


Oír o leer sin reflexionar es una ocupación inútil.


No debes quejarte de la nieve en el tejado de tu vecino cuando también cubre el umbral de tu casa.


Aprender sin pensar es inútil. Pensar sin aprender, peligroso.


Mejor que el hombre que sabe lo que es justo es el hombre que ama lo justo.


Yo no procuro conocer las preguntas; procuro conocer las respuestas.


Los cautos rara vez se equivocan.


La naturaleza humana es buena y la maldad es esencialmente antinatural.


El lenguaje artificioso y la conducta aduladora rara vez acompañan a la virtud.




El mal no está en tener faltas, sino en no tratar de enmendarlas.


Lo que quiere el sabio, lo busca en sí mismo; el vulgo, lo busca en los demás.


Sólo el virtuoso es competente para amar u odiar a los hombres.


Aprender sin reflexionar es malgastar la energía.


Entristécete no porque los hombres no te conozcan, sino porque tú no conoces a los hombres.


Si no se respeta lo sagrado, no se tiene nada en que fijar la conducta.


Un caballero se avergüenza de que sus palabras sean mejores que sus actos.

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